Comentarios al
libro De segunda mano de Osiris
Mosquea ‖ Xánath Caraza
La
última publicación de Osiris Mosquea es un libro de microrrelatos y pigmeismos
titulado De segunda mano. Con gran placer tuve la oportunidad de
prologarlo. Hoy, queridos lectores de La
Bloga, comparto con ustedes mis comentarios.
Osiris Mosquea nació en San
Francisco de Macorís, República Dominicana. Realizó sus estudios universitarios
en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (U.A.S.D.) donde obtuvo su título
de Licenciada en Contabilidad. Es gestora
cultural y posee un Master of Spanish
Language and Literature, The City College of New York. Es una de las fundadoras del taller
literario Búsqueda, en su país natal, fundadora de Trazarte Huellas Creativas
en la ciudad de New York y coeditora de la revista Trazos. Su trabajo ha sido publicado en revistas, periódicos y
diferentes antologías: Antología poética
Terre de Poétes, Terre de Paix, París 2007; en la antología poética, Un Poema a Pablo Neruda en Isla Negra,
Chile 2010; en la Antología del XIV
Encuentro Internacional de Poetas en Zamora, Michoacán México 2010; Noches de Vino y Rosas, La Antología, New York 2010; Mujeres de Palabra Poética, donde además
es una de los editores, New York 2010; y en Nostalgias
de Arena (Antología Escritores Comunidades Dominicanas en los Estados
Unidos) República Dominicana 2011. Sus cuentos han sido publicados en la
revista literaria XALOC, Alicante
España 2007. Fue finalista del concurso internacional de cuentos, Latin American Intercultural Alliance
(LAIA). Ha publicado tres poemarios y un libro de narrativa: Una mujer: todas las mujeres, miCielo
ediciones, México 2015, Viandante en
Nueva York, Artepoética Press 2013 y Raga
del Tiempo, 2009. De segunda mano, Books&Smith New
York Editors, 2018, es su más reciente libro de relatos.
La
violencia de género, ese mal que se esparce sigilosamente por todos lados y del
cual, muchas veces, no queremos hablar; quienes la hemos experimentado, sabemos
de las cicatrices tan hondas que deja en sus víctimas: los círculos viciosos
que son tan difíciles de, primero, descubrir y, después, de intentar romper,
peor aún, de salir intactas. Violencia verbal, de omisión, física, psicológica,
emocional donde es el miedo el que impone sus reglas para controlar, a quienes
han caído en estas realidades, con una furia incontenible.
Osiris Mosquea en De
segunda mano nos llena de imágenes contundentes a través de una prosa
estructurada en microrrelatos y pigmeismos que, igual que la violencia, llega
concentrada, a su máximo, de realidades desgarradoras y sin aviso. Acertadamente
la elección narrativa de Mosquea intensifica el mensaje que nos quiere
compartir: la violencia de género existe.
Mosquea es diestra como la
mano que sostiene “algo fino y frío” que roza la garganta de una de las
protagonistas quien apenas logra distinguir un sutil aroma “que trajo a su
memoria contradictorios momentos”, único signo, que reconoce demasiado tarde,
de un peligro mortal. Osiris nos llena
de sorpresas amargas, guía al lector a un lado y acabamos en otro, lo logra con
exquisitez y un choque eléctrico nos sacude mientras leemos, “Después de escucharse un grito en aquella habitación
de hotel, su gesto se transfiguró del placer al rictus de la muerte”.
Por la naturaleza de su
elección narrativa, microrrelatos y pigmeismos, las oraciones cortas hacen
rápida la lectura de De segunda mano,
amortiguan lo trágico de estos relatos pero siguen vibrando en nuestra mente e
invitan a releerlos, a deshojar los varios niveles de interpretación en cada
historia. Las voces contenidas en estas páginas
habitan lo doméstico, lo público y lo clandestino; la violencia de género está
en todas partes y en todas las clases sociales; Mosquea también nos fuerza a
replantearnos los esquemas de clase en nuestra sociedad y cómo están teñidos
por ésta.
De segunda mano es un testimonio
narrativo sobre la violencia de género.
Mosquea apuesta por la memoria y a través de sus personajes deja récord
de situaciones que son familiares en contextos latinos. Registra hechos, los ficcionaliza y en sus
líneas, los recuerdos quedan escritos para que los leamos, reflexionemos y
quizá, alguna víctima de este mal, logré verse reflejada y pueda escapar de esa
realidad alterada que se filtra por los recovecos de la vida cotidiana.
Las
voces que Mosquea nos presenta son arquetípicas dentro de los cuadros donde la
violencia de género existe. Mosquea las
identifica, las analiza, las recrea, la mayor parte del tiempo en primera
persona, y empatizamos con cada una de ellas en las páginas de De segunda mano.
Padecemos
la angustia que una migrante caribeña, en medio del mar, siente al intuir que
por estar menstruando, condición natural de la mujer, será arrojada para evitar
que los tiburones ataquen la pequeña embarcación donde va, ““Así es la vaina. Las mujeres con la luna no se montan en mi
yola, los tiburones la huelen y se jode to. Entonces no hay más remedio que
dárselas de comer””. Nos sentimos
asfixiadas y marchitas junto con la protagonista de “Toda llena de nostalgia”,
“Desde hacía muchos años había dejado de ser mujer para ser solamente madre y
esposa…para que no olvidara el hábito de madrugar y saberse muerta en vida” y
queremos romper las cadenas psicológicas que la atan. O empatizamos con otro de sus personajes y
salimos corriendo como ella en las páginas para ser libres, “Me sentí
libre. Muy adolorida y con un par de
costillas rotas decidí huir, entonces corrí, corrí como loca, riendo a
carcajada por toda la calle”. ¿Es que
acaso las mujeres tenemos que ganarnos la libertad? ¿No es la libertad un
derecho de todo ser humano? Mosquea también nos invita a reflexionar sobre la
condición de libertad en esta colección.
Mas
sus personajes no son solo mujeres.
Están los niños, muchas veces testigos silenciosos en los relatos, otras
veces, víctimas de los tíos que visitan a las madres una vez por la semana, “Mi
tío juega conmigo, sus manos son suaves y ligeras, que hasta me hacen sentir
fiebre y sus piernas bien duras. Siempre
me dice que me quiere como un padre y que debo ser un niño bueno y obediente” y otras como perpetradores
de los círculos de violencia doméstica, “Mi padre no
era tan malo, solo que era un hombre embrutecido por el alcohol. Así era su
padre y el padre de su padre y así dice él que voy a ser yo cuando sea
hombre. Por eso no quiero crecer y ser
un hombre”.
También están las mujeres
vengadoras, que de una u otra forma escapan de la violencia inmediata, “Cuando ya el cuerpo de su esposo había perdido la altivez
(su rostro había quedado sin expresión, su boca era una muesca de donde no
saldrían más las palabras y sus ojos eran dos bolas vidriosas y frías), ella,
lentamente se llevó la copa de vino a la boca” pero, ¿rompen en realidad con el círculo de violencia? “Tuve que degollarlo como se degüella un toro
inservible”.
Desde
el título, De segunda mano, Mosquea
reta al lector, ¿somos, las mujeres, ciudadanas de segunda mano? Acertada
selección de palabras para cuestionar la condición y estatus de la mujer en el
mundo, por otra mujer, narradora y poeta; no hace quinientos años, sino, hoy,
en pleno siglo XXI. Agradezco que
Mosquea rompa el silencio, cómplice de la maldad, apueste por la memoria y deje
plasmadas estas voces no solo en el papel sino en nuestras conciencias.
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