Curated by Oscar R. Castillo.
Introduction by Michael Sedano.
Readings selected from El Canto de los Delfines. CSUCI, 2018. Link.
California’s State University system has a hidden gem in its real estate holdings, the campus at CSU Channel Islands. Camarillo is the nearest place with a name, and in fact, the campus used to be the Camarillo psychiatric hospital. It’s worth a visit now, before a big parking structure gets planted in the middle of eden. Broad promenades, old trees, green space, whitewashed walls and red tile roofs give the place a comfortable ambiente.
Students in CSUCI’s language and cultures program this year published the university’s fourth El Canto de los Delfines literary anthology. Guided by Dra. Margarita López, the students produced a paperback book and web version. The university celebrates with them, holding a Noche Literaria, when the entire palomilla turns out to hear their kids read, and take home a book with the family name inside. Gives a new meaning to the old expression "por eso estamos como estamos."
Dr. López worked with photographer Oscar Castillo to inspire a collection of ekphrastic poetry and prose under the thematic umbrella Voces sin barreras. Castillo’s images are widely-recognized, several collected at the Smithsonian Institution. For the students, it's another twist on an old saying, "dime con quien andas..."
Today, La Bloga presents the final installment of our El Canto de los Delfines On-line Floricanto, curated by Oscar R. Castillo.
Here are links to the full set of Delfines On-line Floricantos
I: https://labloga.blogspot.com/2018/05/memorial-day-2018-naming-shame-csuci-on.html
II: https://labloga.blogspot.com/2018/06/fabulous-sinkhole-comes-to-life-csuci.html
III: https://labloga.blogspot.com/2018/06/latc-needs-hand-submit-your-childrens.html
LUZ, By Jackie Espinoza
NO ES FÁCIL, By Erick Mendoza
LUZ
By Jackie Espinoza
Luz. ©Oscar R. Castillo |
mi hermana Luz me llenó de... luz. Me hizo ver cosas que
no quería ver. Si no hubiera sido por ella, sé que ahorita
no estaría estudiando para poder ayudar a gente que
siente que no tiene voz: A mi gente, los chicanos, quienes
desde que este país fue establecido, nunca hemos tenido lo
que nos merecemos.
Antes de escuchar el grito de mi mamá anunciando
que ya está el desayuno, me despierta la vocecita de Luz.
Me toma un momento para registrar lo que me están
preguntando sus palabras. Enojado, le grito que no, sin
importarme lo que me dijo y me vuelvo a acostar. Al
salirse de mi cuarto, avienta la puerta para que retumbe al
cerrar. Con el gran sonido, se despierta mi hermano mayor, Joel.
Me hago el dormido mientras él se empieza a arreglar
para ir a trabajar con mis papás. Antes de salir me llama,
pero me doy la vuelta, sigo pretendiendo estar dormido.
Me quedo en cama, viendo el reloj, minuto por
minuto, hasta las seis, cuando escucho que la puerta de
enfrente se cierra anunciando que, por fin, se fueron mis
papás y mis hermanos. Ya sé que me estoy portando mal,
pero es que simplemente no quiero saber lo que está
pasando con los dueños del rancho donde trabajan mis
papás. Esas son cosas de adulto, pero como Luz, a sus
ocho años, ya se quiere sentir grande, se mete. Saliéndome
de mi cuarto miro mi desayuno sobre el mantel amarillo
que cubre la mesa que mis papás se compraron en una
segunda cuando llegaron a este país. Por lo regular, todo lo
que hay en mi casa ha sido usado antes. Cosas viejas para
los de piel blanca, pero nuevas para mi familia. Empiezo a
comer, saboreando cada cucharada y prendo la tele para
ver las caricaturas antes de salir para la escuela.
Cuando me bajo del autobús siento la incomodidad de
los maestros con los estudiantes como una nube gris. Había
tres maestros en la entrada en vez de uno. Dos de ellos
se estaban secreteando, pero estoy seguro que están hablando
de nuestros papás, y de lo que está sucediendo en el
campo. Chuy está en la puerta esperándome, manteniendo
una distancia del maestro que está a unos pies de él.
Cuando lo saludo me empieza a decir que sus papás se
enojaron por no haber ido con ellos a la marcha.
Le contesté que por eso yo me había hecho el dormido,
y la única que se había enojado fue Luz,
pero ella no podía hacer nada.
Después de entrar al salón, nos sentamos en nuestros
escritorios organizados alfabéticamente por nuestros
apellidos. Recordé que cuando empezó el año escolar, mi
maestra recién graduada, no sabía qué hacer con los que
teníamos nuestros dos apellidos. Entonces supe la clase de
maestra que era cuando empezó a decir que aquí, en
América, solo se usa uno. No teníamos razón por la cual usar
el apellido de nuestros papás y el de nuestras mamás.
Todos los que teníamos los dos apellidos, nos pusimos como
jitomates. ¿Cómo le podíamos aclarar, que, aunque estamos en América,
teníamos papás mexicanos que, con
su sudor y dolor de espalda, mantienen el orgullo de su nombre
en un país que no quiere reconocerlos como gente?
Mientras estaba pensando en esto, no vi que Jeremy,
el hijo del patrón de mis papás, iba entrado con sus dos
amiguitos. Llegando al pie de mi escritorio, me empezaron
a decir que mi gente era basura y mal agradecidos, que no
importaba lo que hiciéramos, nunca íbamos a llegar a ser
algo y que les dijera a mis papás que dejaran las locuras.
Al levantarme para decirle que yo no me iba a meter, entró
la maestra. Sin ninguna duda, me senté rápido mientras
Jeremy se reía.
Al comenzar la clase, empecé a notar que muchos de
mis amigos no habían venido a la escuela hoy. No me
sorprendí, hoy es el día que Cesar Chávez hablaría en el
rancho donde trabajan la mayoría de nuestros papás.
Aunque parte de mí quería estar con ellos, apoyando a
nuestra gente, a la misma vez quería ser reconocido como
americano, y no como mexicano. No porque me avergüenza,
sino porque la vida es más fácil así. Interrumpiendo
mis pensamientos, un maestro llega corriendo a mi clase
para avisarle a mi maestra que algunos de los papás han
sido arrestados. Al oír esto, Chuy y yo nos levantamos
en un brinco. Salimos corriendo, sin importar los gritos que
no perseguían. Subimos a la camioneta de Chuy, empecé
a rezar. Si algo le pasó a mi familia, no sé qué voy hacer.
Luz está chiquita, pero tenía más fuerzas que yo. Me
pongo a pensar en ella. Aunque es la pequeña de mi
familia, es la que tiene más valor. No se deja cuando yo
actúo como un hermano mayor y me rezonga cuando sabe
que me lo merezco. Veinte minutos duramos para llegar al
rancho. Al bajar de la camioneta, vemos a gente unida de
la mano, a Cesar Chávez en el centro, y a policías con los
dueños del rancho esperando para atacar. Había gente
tomando fotos. Escucho que alguien me habla por mi
nombre. Cuando volteo, veo a mi hermana. Mi Luz, arriba
en los hombros de mi papá. La bandera de los United
Farmworkers Union enfrente de ella. Su vocecita mucho
más fuerte que la de los demás.
NO ES FÁCIL
By Erick Mendoza
No es fácil. ©Oscar R. Castillo |
¡Nunca fue fácil!, especialmente para una chicana
como yo. Nadie pensó en mí como una buena trabajadora.
Yo era “la perezosa,” la que necesitaba regresar a México
porque no pertenecía aquí. Nunca me sentí como que
estaba en casa. Mis amigas tampoco. Pero fue entonces
cuando pensé: "Puedo hacer esto, ¿quién dice que una
mujer, no, una CHICANA no puede alcanzar sus metas y
su éxito?" ¡Mírenme los que me odian! Estoy aquí, en mi
cap and gown, con mi diploma en la mano. No lo hice
sola, sino todas nosotras, las chicanas ¡lo logramos juntas!
Le mostramos a la sociedad que estaban equivocados y que
tenemos las habilidades de mujeres jóvenes y fuertes.
Aunque, déjame decirte... pasé por el infierno para
conseguir esto. Así que lo que tú piensas que es fácil, fue
una prueba y una tribulación para mí. No era solo por la
academia por lo que tenía que preocuparme, sino también
por las personas ignorantes que todavía no querían aceptar
a una chicana en su clase. Estos compañeros de clase, que
se suponía ayudarían a sus compañeros, decidieron
hacerme a un lado y tratarme como a un extraño. Pero eso
solo sirvió como combustible para que mi pasión tuviera éxito.
Quizás sea por eso que nosotras nos llevábamos tan
bien: todas sabíamos la lucha que era ser chicana en la
USC. Reflexiono sobre el pasado y no estoy enojada con la
forma en que me percibieron, sino más bien agradecida de
poder usar esta ira y odio para poder alcanzar mis propios
objetivos. Todo lo que queda por decir es que "¡lo logré!"
Meet the writers
LUZ, By Jackie Espinoza
NO ES FÁCIL, By Erick Mendoza
This is Jackie Espinoza's final year in English with an emphasis on teaching with a minor in Spanish and Chicano Studies. She plans to teach English or Ethnic Studies in a disadvantaged school. Espinoza's parents come from Capilla de Guadalupe, Jalisco where Jackie would one day enjoy living.
Los Angeles native Erick Mendoza graduated with a degree in Spanish and translator certification. He seeks a position in the courts anto serve the immigrant community. Mendoze enjoys time with the family, or playing tackle football.
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