El
día de hoy, lunes, presento para nuestros lectores un cuento, originalmente
escrito en español, titulado “Juanita Lunita”. Este cuento ve la luz por primera vez aquí en
la Bloga. No solo eso sino que está acompañado de su traducción al inglés.
La
traducción al inglés de “Juanita Lunita” estuvo a cargo de la Doctora Sandra
Kingery y sus estudiantes.
Los
estudiantes-traductores son: Rachel Blizzard, Naji Campbell, Sanjeeta Choun, Aishatou
H. Coulibaly, Patrick Dwyer, Patrick R. Erikson, Carlos X. Gonzalez, Eion H.
Hicks-Lee, Earnie Jr., Matt Kuna, Litzy R. Pablo Sanchez, K. Pfannschmidt, Angel
Ramírez Martínez, Aalam K. Singh, Christian M. Spahn, Emily Valladares y Noah
G. Vogeler a quienes estoy muy agradecida.
Quiero
tomar unas líneas para felicitar a la Doctora Kingery por su cumpleaños y por
este monumental trabajo de traducción que formó parte del semestre de otoño de
2020 en la clase First Year Seminar: Lost (and Found) in Translation de
Lycoming College.
Espero
que esta historia, ahora bilingüe, sea de su agrado.
Juanita Lunita
por
Xánath Caraza
“Uno,
dos y tressss, uno, dos y tresss. ¡Ay! Me caí otra vez.”
Juanita
Lunita es una pequeña niña que brinca y salta para alcanzar la luna. Camina hacia atrás, toma la velocidad
necesaria y corre y requete corre hasta sentir que lleva el impulso adecuado
para saltar. Si no alcanza la luna, lo
vuelve a intentar.
Juanita
Lunita empezó a brincar desde que tenía dos años, fue la primera vez que
recuerda haber visto la luna. Hoy en día
ya tiene casi cuatro y es toda una experta saltando.
Cada
brinco de Juanita es más alto que el anterior. Una vez saltó tan alto que se
quedó colgada de un árbol de manzanas rojas.
Otra ocasión pudo saludar a los pasajeros de un avión y otra casi choca
con una estrella fugaz. La pobre estrella casi se desmayó del susto cuando la
vio.
A
Juanita le ha llevado tiempo perfeccionar su técnica de salto de super altura:
“Número uno, caminar de espalda para atrás”, se dice Juanita así misma. “Número
dos, correr muy velozmente hacia adelanteeeeeeeee y número tres”, grita
Juanita, “brincar con los ojos cerrados para no marearseeeee”, vuelve a gritar.
Algunas
noches cuando está oscureciendo, los niños y niñas salen a sus patios y
jardines para ver qué tan alto saltará Juanita y saber cuánto tiempo tardará en
regresar a la tierra.
Una
noche Juanita Lunita oyó que su amiga Leni lloraba y lloraba. Se acercó para
saber qué pasaba. Lo que estaba pasando
era que la rana de Leni se había perdido y ella estaba muy triste. Juanita respiró profundamente, contó uno,
dos, tres y saltó tan alto como pudo para buscar la rana. Cuando estaba en el aire se dio cuenta de que
la rana estaba en la gran fuente del parque.
Otra
ocasión Mayte y María la fueron a ver muy preocupadas. “Juanita Lunita, por
favor, ayúdanos”, sollozaron. “Nuestros globos morados se han escapado”. Rápidamente Juanita Lunita saltó lo más alto
que pudo y con la mirada de más enojo que ella recordaba y el ceño más
fruncido, asustó al par de globos morados.
Los tomó por sus lazos y los llevó de vuelta a la tierra.
Gustavo
también le pidió ayuda. Su papalote
gigante tenía dos días y una noche de estar huyendo. En esta ocasión Juanita Lunita tuvo que
montarse en el papalote gigante y obligarlo a regresar a casa y aunque le costó
mucho trabajo, finalmente lo logró convencer.
Cuando el papalote vio a Gustavo esperándolo con tanta alegría, comenzó
a volar lo más rápido que pudo para estar junto a él. Desde entonces el papalote gigante y Gustavo
son inseparables.
Juanita
Lunita brinca y salta cada vez más alto. Sin embargo no ha podido alcanzar la
luna. Eso la entristece por las noches.
La
otra noche Juanita Lunita descubrió que alguien la seguía. Primero se asustó porque no vio a nadie. Luego sintió que la miraban unos grandes y
brillantes ojos.
La
seguían por todos lados aunque se escondiera en los lugares más difíciles de
encontrar. Se escondió atrás de una
puerta pero supo que la observaban por entre el ojo de la cerradura. Otra noche se escondió debajo de un gran
árbol de aguacate pero los grandes y brillantes ojos la miraban a través de las
hojas. Otra vez corrió y corrió lo más
rápido que pudo pero aún así supo que no dejaban de perseguirla.
Tras
varias noches de haberse escondido, sin éxito, por aquí y por allá, esos relucientes
ojos seguían observándola. Juanita Lunita levantó su mirada al nocturno cielo
de obsidiana y cuando sus pupilas recorrían el negro firmamento se encontró con
la luna. Vislumbró una suave sonrisa y,
para su sorpresa, descubrió unos delicados, grandes y luminosos ojos que la
miraban con mucha dulzura. Era ella, la
luna, quien reía con ella. En ese instante Juanita Lunita supo que la luna la
seguía y la seguiría siempre por todas partes. No importando a donde fuera, la
luna siempre estaría con ella.
Desde
entonces Juanita Lunita juega a las escondidillas con la luna cada noche. Se esconde debajo de la cama y la luna la
encuentra. Se encierra en su recámara y
la luna la ve a través de su ventana.
Juanita
sigue saltando para tratar de alcanzarla. Ya tiene casi cuatro años y es toda
una experta brincadora pero ya no se pone triste por no alcanzar la luna. Juanita Lunita tiene una amiga para siempre,
una amiga que cada noche está y juega con ella.
Unos suaves, grandes y relucientes ojos la cuidan cada noche.
Juanita Lunita
“One, two, threeeee, one, two, threeeee. Ouch! I fell
again, you see.”
Juanita Lunita is a little girl who jumps and leaps to
reach the moon. She takes a few steps back, gathers all the speed she needs,
and runs as hard as she can until it feels like she’s got enough momentum to make
the perfect leap. If she doesn’t reach the moon, she tries again.
Juanita Lunita started jumping when she was two years
old. That’s the first time she remembers seeing the moon. Now she’s almost four,
and she’s the best jumper around.
Every jump that Juanita takes is higher than the last.
One time, she leapt so high she got stuck at the top of an apple tree. Another
time, she was able to greet the passengers on an airplane. And then there was
the time she almost ran into a shooting star. The poor star nearly fainted from
the shock of seeing her.
It has taken Juanita time to perfect her technique for
the super high jump: “Number one, take a few steps back,” Juanita tells
herself. “Number two, run as faaaaast as you can, and number three,” shouts
Juanita, “jump with your eyes closed so you don’t get diiiizzzy.”
Some nights, when it’s starting to get dark, all the
boys and girls go out onto their porches and into their yards to see how high
Juanita will jump this time and how long it will take her to come back down
again.
One night, Juanita Lunita heard her friend Leni crying
and crying. She went over to her to find out what was going on. It turns out Leni’s frog had gotten lost, and
she was really upset. Juanita took a deep breath, counted one, two, three, and jumped
as high as she could to look for the frog. When she was in the air, she
realized that the frog was in the big fountain in the park.
Another time, a very worried Mayte and María went to
see her. “Juanita Lunita, please help us,” they sobbed. “Our purple balloons
have gotten loose.” Juanita Lunita quickly jumped as high as she could and, with
the angriest look she could muster and the most furrowed brow, she frightened the
two purple balloons. Then she grabbed them by the ribbons and brought them back
down to earth.
Gustavo asked for her help as well. His giant kite had
escaped two whole days and an entire night ago! This time, Juanita Lunita had
to hop onto the giant kite and force it to return home. Even though it was a
lot of work, she was finally able to bring it down. When the kite saw how happy
Gustavo was to be waiting for it, it began to fly as fast as it could to be
with him. Ever since then, the giant kite and Gustavo have been inseparable.
Juanita Lunita jumps and leaps higher and higher all
the time. However, she still hasn’t been able to reach the moon. This makes her
sad at night.
One night, Juanita Lunita discovered that someone was
following her. At first, she was frightened because she couldn’t see anyone. Then,
she felt a couple of large shining eyes watching her.
They were following her everywhere, even when she hid in
the hardest places to find. She hid behind a door, but she realized they were observing
her through the eye of the keyhole. Another night, she hid under a big avocado
tree, but the large shining eyes were watching her through the leaves. And then
one time, she ran and ran as fast as she could, but even then, she knew they
were still chasing her.
After several nights of hiding unsuccessfully anywhere
and everywhere, those glistening eyes continued to observe her. Juanita Lunita
looked up into the pitch-black nocturnal sky, and when her eyes traversed the dark
firmament, they came across the moon. She glimpsed a tender smile and, to her
surprise, she discovered two eyes—large, gentle, luminous—looking at her so
sweetly. It was the moon! The moon was laughing with her! At that very moment,
Juanita Lunita realized the moon had been following her and would follow her until
the end of time. It didn’t matter where she went, the moon would always be with
her.
Ever since then, Juanita Lunita plays hide and seek
with the moon every night. She hides under the bed, and the moon finds her. She
locks herself in her bedroom, and the moon watches her through the window.
Juanita is still jumping to try to reach the moon. She’s
almost four now, and she’s the best jumper around. She doesn’t get sad anymore
when she can’t reach the moon. Juanita Lunita has a friend for life, a friend who
shows up every night to play with her. Two eyes—large, gentle, glistening—take
care of her every night.
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