Entrevista a Carmelo González Veles
por Xánath Caraza
Carmelo González
Veles nació en Tlaltizapán, Morelos, México. Emigró a los Estados Unidos en 1984 con el éxodo de trabajadores
agrícolas y se estableció en el Valle de Yakima. Actualmente reside en el área de
Seattle en el estado de Washington. En 1997 se graduó en Central Washington
University como profesor de nivel medio en las especializaciones de historia,
geografía y español. Tomó clases de maestría de Literatura Hispánica en la
University of Washington. En 2001 se unió al grupo de poetas, Los Norteños
Seattle Writers. Participó leyendo su poesía en eventos como el Día de los
muertos, Sustainability/ Sostemibilidad en Benham Gallery (junio 2009), Poets
Against Hate (febrero 2016) y Bridges Not Walls (febrero 2017). Sus poemas y
relatos han aparecido en Latino Cultural (2008), Río Grande Review (otoño
2010), antologías de Seattle Escribe (2017, 2018, 2019) y Seattle Escribe
website, Fue colaborador de La Raza del Noroeste de noviembre 2014 a marzo
2019. Publicó su primer libro de poesía Amor y Camposanto en
octubre 2019 y De desapariciones y otras cosas que son 15 cuentos cortos
en febrero del 2020. Al momento está
editando, Amor Aéreo: Escalas y Retrasos.
1.
¿Quién es Carmelo? Un
soñador, un idealista y solo un ser humano.
2.
¿Quiénes te acercan a la lectura? Mi mamá me
enseñó a leer a los 6 años. Y sí que me emocioné al poder leer por primera vez el nombre de una caja de zapatos. Ya con más seriedad mi profesor de literatura
de décimo grado me introdujo a los escritores clásicos como Homero y Dante.
Después vinieron autores como Dumas, Cervantes, Víctor Hugo, Rubén Darío y
otros. Después de terminar el grado doceavo en México, no pude seguir mis
estudios y por un año fui autodidacta y leí a Octavio Paz, Gabriela Mistral,
Juan Rulfo, Cicerón, Emilio Pacheco entre otros. Esta etapa de mi vida me enseñó
a amar la libertad de decidir qué escritores y poetas me apetece leer. En estos momentos estoy releyendo Metamorfosis
de Kafka.
3.
¿Cómo comienza el quehacer literario
para ti? Inicia como una necesidad de expresar sentimientos de solidaridad. Amor
y Camposanto mi primer libro de poesía presenta una amalgama de
experiencias propias y de afecto como la muerte de Neda Agha-Zoltan una joven
asesinada por el gobierno de Irán en junio de 2009. Mis relatos en De desapariciones
y otras cosas (febrero 2020) iniciaron como los relatos de mi abuela
que me contaba cuando era niño en la cual la melancolía, la tragedia, el dolor,
lo cómico y lo fantástico eran los elementos del escenario y que daban vida a
los personajes en esas historias mágicas.
4.
¿Cuál piensas que es tu papel como
poeta y escritor? Como escritor y poeta estoy dispuesto a
asumir varios roles como individuo, y como miembro de esta sociedad en la que
vivo. Mis vivencias íntimas dan voz a un yo buscando respuestas
existencialistas y que son fundamentales en lo que escribo. En esta faceta para
mí la expresión del amor es fundamental en el ser humano. Por esta razón, el
amor erótico, el filial y el ágape son elementos que uso en mi escritura. Pero
también soy consciente de mi compromiso con mis semejantes y no soy ajeno a la
problemática de nuestra época. Coincido con el poeta español Gabriel Celaya
cuando dice, “Maldigo la poesía concebida como un lujo cultural por los
neutrales que, lavándose las manos, se desentienden y evaden.” Mi poesía la utilizo
para protestar contra el racismo, la xenofobia, la represión y otros males de
nuestro siglo; ya sea en los Estados Unidos y en otras partes del mundo. Por esta razón, he colaborado con poetas en
Seattle, Washington con Poets Against Hate (febrero 2016) y Seattle Escribe
(2017) con mis poemas “Asedio” y “Campo Abierto” que abordan los temas del odio
y el de la xenofobia como lo que estamos viviendo los hispanos actualmente en
este país.
5.
¿En qué proyectos estás trabajando
ahora? En este
momento estoy editando mi tercer libro, Amor Aéreo: Escalas y Retrasos. Además,
estoy trabajando en un libro de poesía infantil. Como padre de una niña de 4
años creo que la lectura es muy importante en la infancia. No soy un experto en
literatura infantil, pero creo que son pocos los escritores y poetas que exploran
el mundo de los párvulos. Recuerdo haber leído Ternura de la poeta
chilena Gabriela Mistral y me impacto la sensibilidad de sus poemas. Ella como educadora
creo que era consciente de la necesidad de no olvidarse de los niños. En mi
proyecto deseo contribuir en ese campo lírico que está un poco olvidado en
nuestro idioma.
6.
¿Hay algo más que quisieras
compartir? La vida nos da experiencias únicas que nos lleva a
la reflexión. Por ejemplo, esta pandemia del coronavirus no pasa desapercibida porque
nos afecta individual y colectivamente. Sin embargo, la lectura, la escritura y
en general las artes nos ayudan a mantenernos positivos es esta cuarentena.
Comparto con ustedes un poema que escribí sobre este evento en que todos somos,
de una forma u otra, participes o testigos. Y con la convicción de que juntos saldremos
de esta crisis. Además, deseo que dos
poemas de mi poemario Amor y Camposanto los hagan propios en sus
experiencias muy personales.
Sosiego próximo
I
Se me va el tiempo
en segundos, en minutos y en las horas
que paseo por aceras de destinos
enclavados en trincheras.
La ciudad parece más cerca a mis ojos
como si la lluvia hubiese acicalado sus espejos
donde a cada día el sol y la luna derraman
sus destellos.
¡La vida grita de que existe!
Y de que las nubes siguen siendo sombras
y que las siluetas de aeronaves aterrizan
en discretos parabrisas.
La vida existe en las sonrisas infantiles
que se encabullen por ventanas
y por resquicios de las puertas hoy
cerradas.
II
El miedo recorre los senderos más
transitados
pero el novio desafía las alarmas
al andar unido con el vuelo de gaviotas
aventureras.
III
¡El tiempo grita que la vida existe!
y nos anuncia en sus crespúsculos y en sus
auroras
que algún día se volatizaran las horas
malas.
¡La vida grita y lucha para proseguir en
su existir!
Y la peste será un recuerdo lejos
de que juntos la vencimos,
eso
con júbilo nos diremos:
tú y yo,
yo y tú.
IV-X-MMXX
A Xiomara
Te fuiste al mediodía
cuando el viento construía nidos.
Una voz ha quedado detrás de las puertas,
unas palabras te quemaron las manos.
Sombra fugaz, sol
de nostalgias:
¿Volverás al santuario de ladrillos rojos?
Las horas de febrero se han extinguido.
Adiós y silencio,
los caballos azules del siglo XXI.
Seattle, Washington a 4 de
abril del 2010
1953-2011
A Paull Shin
I
Puse lo mejor de mí
para alcanzar la dicha.
Busqué unas voces en los
lugares olvidados en los puentes.
Desenterré pedazos de una noche
donde vagué en las palmas de la muerte.
Tiempo que la angustia y la zozobra
anegaban los senderos.
II
Partí rutas en los vientos
maduros de julio.
Las raíces desnudaron
las huellas de mis pasos ciegos.
Las banderas blancas no existían
en este campo en caos.
III
Te abrí mi cofre en la víspera del año.
Te confesé mis luchas con la muerte.
Gemí por los recuerdos
y mis ojos no vieron más el horizonte.
IV
Deseé como nunca tu refugio.
pero fuiste rama caída
durante la batalla entre los vientos.
Vagué por las calles desiertas
por los ruidos de la guerra.
Lloré por días buscando
tu sombra y a tus ojos.
V
Palpé los rieles de un tren perdido en el
silencio.
Deambulé por los pasillos evacuados
al expiar una jornada.
Un lenguaje extraño
carcomía mis oídos
y escuchaba tu nombre
más allá de una frontera.
VI
Hoy la nostalgia mide
lo que sufro todavía
al desatar los recuerdos de
un miércoles caído.
I-XXIV-MMXI
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