Bien se sabe que la necesidad es la madre de inventos y creaciones maravillosas... Un innegable ejemplo de esa alquimia es el concepto editorial de Eloísa Cartonera en Buenos Aires, que ha elevado el reciclaje al nivel del libro de arte y de paso ha hecho la literatura que publica accesible para todos.
Eloísa Cartonera desborda de color en una esquina de La Boca. Por allí pasan los cartoneros, aquellos que desde la crisis económica --cuyos estragos todavía perduran-- se buscan la vida recogiendo cartones de la basura capitalina. El equipo de Eloísa vio en esta digna tarea una oportunidad de beneficio mutuo: comprarles a los cartoneros el mejor cartón que hayan recogido, a un precio mayor que lo que normalmente se les paga, y reciclarlo convirtiéndolo en las tapas para libros que publicarían a un precio accesible.
El equipo recorta los cartones a un tamaño estándar para facilitar la labor, que se hace a mano. Una vez se recibe el texto de la imprenta, grapado simplemente en el centro, se le añade la tapa hecha de cartón. Con un estencil se pasa pintura sobre la tapa, de colores vivos que les gritan a los lectores desde los estantes donde descansan.
El catálogo incluye tanto a autores conocidos internacionalmente como a poetas jóvenes y textos ilustrados para niños.
Le pregunté de dónde salió el nombre tan singular del proyecto y me dijeron que se trataba de una historia de amor... frustrada. Un homenaje a una cierta Eloísa que, desafortunadamente, no se dio por aludida ante la iniciativa. Pero hoy, Eloísa Cartonera ha cobrado vida propia. No solo en su rinconcito de La Boca, sino en ferias de libros donde aparece majestuosa en su colorido vestuario ante el inmenso mar de blanco y negro que le rodea.
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