Monday, March 19, 2018

Comentarios al libro 'De segunda mano' de Osiris Mosquea


Comentarios al libro De segunda mano de Osiris Mosquea ‖ Xánath Caraza


La última publicación de Osiris Mosquea es un libro de microrrelatos y pigmeismos titulado De segunda mano.  Con gran placer tuve la oportunidad de prologarlo.  Hoy, queridos lectores de La Bloga, comparto con ustedes mis comentarios.
 
Osiris Mosquea
Osiris Mosquea nació en San Francisco de Macorís, República Dominicana. Realizó sus estudios universitarios en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (U.A.S.D.) donde obtuvo su título de Licenciada en Contabilidad.  Es gestora cultural y posee un Master of Spanish Language and Literature, The City College of New York.  Es una de las fundadoras del taller literario Búsqueda, en su país natal, fundadora de Trazarte Huellas Creativas en la ciudad de New York y coeditora de la revista Trazos. Su trabajo ha sido publicado en revistas, periódicos y diferentes antologías: Antología poética Terre de Poétes, Terre de Paix, París 2007; en la antología poética, Un Poema a Pablo Neruda en Isla Negra, Chile 2010; en la Antología del XIV Encuentro Internacional de Poetas en Zamora, Michoacán México 2010; Noches de Vino y Rosas, La Antología, New York 2010; Mujeres de Palabra Poética, donde además es una de los editores, New York 2010; y en Nostalgias de Arena (Antología Escritores Comunidades Dominicanas en los Estados Unidos) República Dominicana 2011. Sus cuentos han sido publicados en la revista literaria XALOC, Alicante España 2007. Fue finalista del concurso internacional de cuentos, Latin American Intercultural Alliance (LAIA). Ha publicado tres poemarios y un libro de narrativa: Una mujer: todas las mujeres, miCielo ediciones, México 2015, Viandante en Nueva York, Artepoética Press 2013 y Raga del Tiempo, 2009.  De segunda mano, Books&Smith New York Editors, 2018, es su más reciente libro de relatos.


La violencia de género, ese mal que se esparce sigilosamente por todos lados y del cual, muchas veces, no queremos hablar; quienes la hemos experimentado, sabemos de las cicatrices tan hondas que deja en sus víctimas: los círculos viciosos que son tan difíciles de, primero, descubrir y, después, de intentar romper, peor aún, de salir intactas. Violencia verbal, de omisión, física, psicológica, emocional donde es el miedo el que impone sus reglas para controlar, a quienes han caído en estas realidades, con una furia incontenible.

Osiris Mosquea en De segunda mano nos llena de imágenes contundentes a través de una prosa estructurada en microrrelatos y pigmeismos que, igual que la violencia, llega concentrada, a su máximo, de realidades desgarradoras y sin aviso. Acertadamente la elección narrativa de Mosquea intensifica el mensaje que nos quiere compartir: la violencia de género existe.


Mosquea es diestra como la mano que sostiene “algo fino y frío” que roza la garganta de una de las protagonistas quien apenas logra distinguir un sutil aroma “que trajo a su memoria contradictorios momentos”, único signo, que reconoce demasiado tarde, de un peligro mortal.  Osiris nos llena de sorpresas amargas, guía al lector a un lado y acabamos en otro, lo logra con exquisitez y un choque eléctrico nos sacude mientras leemos, “Después de escucharse un grito en aquella habitación de hotel, su gesto se transfiguró del placer al rictus de la muerte”. 

Por la naturaleza de su elección narrativa, microrrelatos y pigmeismos, las oraciones cortas hacen rápida la lectura de De segunda mano, amortiguan lo trágico de estos relatos pero siguen vibrando en nuestra mente e invitan a releerlos, a deshojar los varios niveles de interpretación en cada historia.  Las voces contenidas en estas páginas habitan lo doméstico, lo público y lo clandestino; la violencia de género está en todas partes y en todas las clases sociales; Mosquea también nos fuerza a replantearnos los esquemas de clase en nuestra sociedad y cómo están teñidos por ésta.

De segunda mano es un testimonio narrativo sobre la violencia de género.  Mosquea apuesta por la memoria y a través de sus personajes deja récord de situaciones que son familiares en contextos latinos.  Registra hechos, los ficcionaliza y en sus líneas, los recuerdos quedan escritos para que los leamos, reflexionemos y quizá, alguna víctima de este mal, logré verse reflejada y pueda escapar de esa realidad alterada que se filtra por los recovecos de la vida cotidiana. 

Las voces que Mosquea nos presenta son arquetípicas dentro de los cuadros donde la violencia de género existe.  Mosquea las identifica, las analiza, las recrea, la mayor parte del tiempo en primera persona, y empatizamos con cada una de ellas en las páginas de De segunda mano. 

Padecemos la angustia que una migrante caribeña, en medio del mar, siente al intuir que por estar menstruando, condición natural de la mujer, será arrojada para evitar que los tiburones ataquen la pequeña embarcación donde va, ““Así es la vaina.  Las mujeres con la luna no se montan en mi yola, los tiburones la huelen y se jode to. Entonces no hay más remedio que dárselas de comer””.  Nos sentimos asfixiadas y marchitas junto con la protagonista de “Toda llena de nostalgia”, “Desde hacía muchos años había dejado de ser mujer para ser solamente madre y esposa…para que no olvidara el hábito de madrugar y saberse muerta en vida” y queremos romper las cadenas psicológicas que la atan.  O empatizamos con otro de sus personajes y salimos corriendo como ella en las páginas para ser libres, “Me sentí libre.  Muy adolorida y con un par de costillas rotas decidí huir, entonces corrí, corrí como loca, riendo a carcajada por toda la calle”.  ¿Es que acaso las mujeres tenemos que ganarnos la libertad? ¿No es la libertad un derecho de todo ser humano? Mosquea también nos invita a reflexionar sobre la condición de libertad en esta colección.

Mas sus personajes no son solo mujeres.  Están los niños, muchas veces testigos silenciosos en los relatos, otras veces, víctimas de los tíos que visitan a las madres una vez por la semana, “Mi tío juega conmigo, sus manos son suaves y ligeras, que hasta me hacen sentir fiebre y sus piernas bien duras.  Siempre me dice que me quiere como un padre y que debo ser un niño bueno y obediente” y otras como perpetradores de los círculos de violencia doméstica, “Mi padre no era tan malo, solo que era un hombre embrutecido por el alcohol. Así era su padre y el padre de su padre y así dice él que voy a ser yo cuando sea hombre.  Por eso no quiero crecer y ser un hombre”.

También están las mujeres vengadoras, que de una u otra forma escapan de la violencia inmediata, “Cuando ya el cuerpo de su esposo había perdido la altivez (su rostro había quedado sin expresión, su boca era una muesca de donde no saldrían más las palabras y sus ojos eran dos bolas vidriosas y frías), ella, lentamente se llevó la copa de vino a la boca” pero, ¿rompen en realidad con el círculo de violencia? “Tuve que degollarlo como se degüella un toro inservible”. 

Desde el título, De segunda mano, Mosquea reta al lector, ¿somos, las mujeres, ciudadanas de segunda mano? Acertada selección de palabras para cuestionar la condición y estatus de la mujer en el mundo, por otra mujer, narradora y poeta; no hace quinientos años, sino, hoy, en pleno siglo XXI.  Agradezco que Mosquea rompa el silencio, cómplice de la maldad, apueste por la memoria y deje plasmadas estas voces no solo en el papel sino en nuestras conciencias.



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