Monday, July 20, 2020

Entrevista a Elizabeth Villalobos por Xánath Caraza


Entrevista a Elizabeth Villalobos por Xánath Caraza


Elizabeth Villalobos es doctora en literatura latinoamericana, egresada de la Universidad de Kansas con especialización en la producción cultural contemporánea de México y sus fronteras. Es profesora-investigadora de literatura y cultura latinoamericana en la Universidad de Nevada, Reno. Actualmente es becaria del sistema American Association of University Women durante el año académico 2020-2021 en el que centrará su investigación en el análisis interdisciplinario de las representaciones culturales de violencia en narrativas de las regiones fronterizas del norte y sur de México. Ha realizado investigaciones sobre estudios fronterizos y derechos humanos en México, Argentina y Alemania, y sus trabajos se encuentran en diversas publicaciones académicas nacionales e internacionales. Fue asistente editorial de Latin American Theatre Review y Latin American Theatre Books, y ha colaborado con diversas instituciones académicas en proyectos de formato digital para la difusión de derechos humanos. Ha impartido clases de español en la Universidad Estatal de San Diego, Universidad de Kansas, Universidad de Arkansas, y en el Colegio Mayor San Jordi de la Universidad de Barcelona, España.

1.    ¿Quién es Elizabeth Villalobos?

Mujer fronteriza: Mamá/Profesora/Esposa/Académica/Hermana/Bailaora/Cajonera/Tanguera/Estudiante de mis estudiantes, porque siempre aprendo mucho de ellos.

2.    ¿Quién te acerca a la lectura?

Mi acercamiento a la lectura siempre ha sido en relación a alguna temática en particular. Surge un tema que me interesa y busco textos de distintos autores y de todos los géneros literarios que hablen eso. Me gusta conectar la lectura literaria con otros lenguajes artísticos de cine, danza, performance, pintura, fotografía, música, etc. Me parece que esto es algo común en muchas personas hoy en día, sobre todo ahora que con internet puedes encontrar tantísima información en cuestión de segundos, quizás esto sea uno de los síntomas positivos de los tiempos (post)modernos. De niña no recuerdo que nadie me leyera libros, lo que sí recuerdo es que mi mamá una vez me dijo que cuando aprendiera a leer un mundo nuevo se aparecería frente a mis ojos, y así yo sola aprendí a leer antes de que me enseñaran en la escuela porque me urgía ver ese mundo nuevo del que hablaba mi mamá. Generalmente leía en la biblioteca de la escuela o en bibliotecas públicas a las que pudiera ir caminando, que eran muy pocas. No había internet y la televisión me parecía aburridísima, hasta la fecha no tengo televisión. Me ponía a leer lo que me encontrara para entretenerme. Mi mamá trabajaba en el hospital como enfermera y yo me quedaba sola en casa toda la semana de 12pm a 9 pm, y la mitad de ese tiempo me ponía a leer. Sólo teníamos las enciclopedias de ciencias y conocimiento general que pasaban personas a vender de casa en casa en nuestra colonia en esos años y los papás de mis amigos también las compraron. Lo único que se distinguía entre las enciclopedias que se encontraban en todas las casas era una colección de libros de Marx y Engels en español que leí completos en casa cuando tenía ocho años.

3.    Hace tiempo compartiste conmigo una experiencia que de alguna forma cambio tu vida, de esa conversación que tuvimos, escribí un poema, “Media hora”, incluido en Lágrima roja (2017). ¿Pudieras contar algo a los lectores de La Blogla de esta experiencia?

Muchas gracias por dedicarme este poema. Me conmovió que mi comentario sirviera de inspiración para tu escritura. Mi experiencia trabajando como operadora de línea en una maquiladora de Mexicali fue como una descarga eléctrica, breve pero intensa, como un cuento de Cortázar. Sólo trabajé ahí alrededor de dos meses durante un verano para poder completar la colegiatura de la preparatoria en donde estudiaba. Ahí me quedó clarísimo que no quería pasar mi vida trabajando en un lugar así. Mi horario de trabajo era de seis de la tarde a seis de la mañana con dos descansos de quince minutos cada uno y treinta minutos para comer. Solamente una hora en total de descanso para una jornada laboral de doce horas. Recuerdo que en ese mismo horario trabajaba una mujer como de veintitantos que estaba embarazada y apenas alcanzaba a tomar las piezas electrónicas que tenía que sortear porque la panza le impedía acercarse más a la banda. Yo no sé cómo podía aguantar tantas horas de pie, de noche y con tan pocos descansos para ir al baño estando en ese estado. Me sentí muy mal por ella. Todavía no me queda claro si eso era algo de esa maquiladora en particular o si todas las maquiladoras de Mexicali en esos tiempos permitían a las mujeres trabajar embarazadas ni con un embarazo tan avanzado como el de esa joven. Cada vez que escucho la forma en que controlan el cuerpo de las mujeres en las maquiladoras de Ciudad Juárez obligándolas a tomar anticonceptivos o despidiéndolas si se embarazan, me viene a la mente esta mujer. Yo también era muy joven y trabajar en la maquiladora me ayudó a cubrir el costo de la escuela así que no pensé que fuera un trabajo tan terrible. Lo que en realidad me pareció terrible fue ver que tener un empleo como operadora de línea en una maquiladora fuera la mejor o única opción de vida de tantas mujeres que se movían como máquinas, parecían zombis. Estoy hablando específicamente de lo tedioso y deshumanizador que puede ser el trabajo como operadora de línea en una maquiladora. Es un trabajo que demanda demasiado físicamente, cuando sales lo que quieres es descansar, dormir y casi no queda espacio para la lectura, el estudio, la creatividad en general. Hay una reducción de las personas a sus necesidades más inmediatas sólo para cubrir que siga funcionando el cuerpo, dormir y comer es lo más importante y todo lo demás queda en segundo o tercer plano. Al final de ese verano renuncié y una compañera me dijo que no que no entendía por qué yo quería renunciar justo cuando ofrecían ascenderme de posición en la maquiladora. Le expliqué que yo lo hacía para poder tener tiempo de ir a la escuela y hacer mi tarea, pero eso para ella no tenía ningún sentido. Yo no obtendría una remuneración inmediata por ir a la escuela—al contrario, tendría que pagar para poder estudiar— y eso obviamente se aparta de la lógica de muchos jóvenes que se ven obligados a buscar trabajos que les den dinero de la forma rápida, aunque no sea necesariamente la mejor ni la más fácil y por eso terminan en la maquiladora o en cosas peores en lugar de continuar estudiando. México es hermoso, pero la vida no siempre es fácil sobre todo para las personas que no son de clase alta. Hay mucha gente pobre y la clase media me parece más un mito que una realidad sustentable en un país en donde constantemente aumenta la inflación económica y se devalúa la moneda nacional. Muchas personas viven pagando los intereses de los intereses de los intereses de tarjetas de crédito, hipotecas y préstamos bancarios para aparentar vivir como clase media o piden prestamos simplemente para poder mandar a sus hijos a la universidad. Yo crecí toda mi vida en México, en la Ciudad de México, Nayarit y viví muchos años en Mexicali. Soy Cachanilla de corazón, aunque haya nacido en Estados Unidos. También agradezco haber nacido aquí porque eso me permitió estudiar la licenciatura en este país y continuar mis estudios de posgrado en maestría y doctorado. Me siento muy afortunada de haber encontrado gente que siempre me ayudó a seguir estudiando como Lolie Martínez-Pro, maestros y profesores que aún ahora me siguen apoyando y que se han convertido en mis mentores como Stuart Day, José Manuel Valenzuela Arce, Juan Carlos Ramírez Pimienta, Mario Martín Flores y Nora Strejilevich. Soy la única con un doctorado en mi familia, así que sin el apoyo de Lolie y mis profesores nunca hubiera podido terminar mis estudios y eso es algo de lo que siempre estaré agradecida.

4.    Sé que recientemente has recibido un reconocimiento y beca, muchas felicidades por este logro profesional, ¿nos pudieras compartir algo de lo qué se trata? Muchas gracias.

Realmente me siento muy honrada y contenta de recibir este reconocimiento. Es una American Fellowship otorgada por la Asociación Americana de Mujeres Universitarias (American Association of University Women) que es uno de los programas de becas más antiguos y prestigiosos del país exclusivamente para mujeres de grupos minoritarios dedicadas a la academia. Desde 1888 este fondo ha apoyado proyectos de investigación que promueven la educación y la equidad para mujeres y niñas. Se trata de una beca en el año escolar 2020-2021 para apoyar 100% mi trabajo de investigación académica y completar la escritura de mi libro de estudios culturales sobre género y violencia a través del análisis interdisciplinario de personajes asesinos en prosa, teatro y cine en el contexto del neoliberalismo en las fronteras del norte y sur de México. Es un proyecto que nació a raíz de un viaje que hice a Argentina en 2005 donde entrevisté a sobrevivientes de los centros de detención clandestina durante el periodo del terrorismo de Estado de la última dictadura del país. Mientras más escuchaba los testimonios de sobrevivientes, más quería tratar de entender cómo una persona es capaz de ejercer niveles exorbitantes de violencia y estar dispuesto a torturar y asesinar a otros seres humanos. Uno de los entrevistados me preguntó por qué estaba yo en Argentina haciéndome esta pregunta si México tiene sus propios asesinos. Desde entonces empecé a enfocarme en temas de violencia homicida y feminicidio en México y sus fronteras. A pesar de no vivir físicamente en la frontera desde hace años, de alguna forma siempre he estado vinculada a ella a través de mi trabajo de investigación y esto me ha permitido revisitar lugares, como la maquiladora, que han marcado mi experiencia de vida y que ahora puedo abordar desde el discurso académico.

5.    ¿Hay algo más que quisieras compartir?

Muchísimas gracias por todo tu apoyo y por pedirme esta entrevista. Gracias por tu interés en escucharme en estos tiempos tan bizarros. Espero que ocurra algo positivo a pesar de todas las calamidades que ha provocado y que seguramente continuará provocando en el mundo el Covid-19. Me gustaría pensar que el virus acabará con los sistemas de opresión desarrollados por el capitalismo y neoliberalismo en México y en el mundo entero, pero sinceramente me parece poco probable. Varios críticos hablan de la necesidad de crear comunidades que permitan el empoderamiento ciudadano, pero los mandatos oficiales de casi todos los países del mundo actualmente exigen el aislamiento para evitar la propagación del virus. Me parece que la interacción vía internet es ahora más importante que nunca y por eso pienso que es necesario que ésta se transforme y que verdaderamente permita crear vínculos de solidaridad que rebasen la superficialidad que ocurre en las redes sociales, o inclusive en Zoom, he visto que muchas veces se incita más al antagonismo que al diálogo. Si las personas no están escuchando o leyendo lo que quieren, muchos prefieren cerrar la computadora, cambiar de página, etc., en lugar de hacer un esfuerzo real por dialogar. Y esto es algo que sucede desde mucho antes del Covid y no es tampoco algo exclusivo de la interacción por internet. No hay un interés ni una intensión real por comprometerse a entender otras opiniones que no sean similares a las nuestras. Cómo vamos a ponernos en los zapatos de otros, cómo vamos a ser solidarios y cambiar lo que nos parece injusto si ni siquiera estamos dispuestos a escuchar a los demás. Todos hablan, pero nadie escucha.

No comments: