Sunday, July 13, 2025

“Las lagartijas” por Xánath Caraza

“Las lagartijas” por Xánath Caraza


 

Desde niña me gustaba ver cómo les volvía a crecer la cola a las lagartijas. Aunque en realidad nunca supe si era cierto. Alguna que otra lagartija aparecía sin cola y luego, cuando veía a otras con la cola completa, quería pensar que ya les había salido una nueva, así nada más, de la nada.  Creo que era un poco ingenua pero así pensaba que eran las cosas. Esta mañana las lagartijas salieron de sus escondites, no sé si es porque pronto será luna llena. Andan como locas por todas las paredes externas de la casa. Se esconden entre las grietas o donde pueden cuando descubren que me acerco. Yo solo salí a tender la ropa recién lavada, nada más, nunca fue mi intención cortarles las colas pero estas lagartijas no conocen su lugar. Se meten por todos lados nada más con tantito que te distraigas. Pues, así pasó. Salí con la bandeja de ropa recién lavada, aprovechando que hoy no llovía y que tampoco estaba nublado. Desde que abrí la puerta de la casa para ir al patio noté las lagartijas. ¡Cómo no hacerlo si cubrían las paredes! En cuanto oyeron la puerta, vi de reojo cómo una sombra de bichitos se abría paso en las paredes, fue entonces cuando volteé y las vi. Toditas juntas como lagartijas que son, amontonadas, con sus colitas en alto, casi como alacranes. Toditas verditas y grises. Yo seguí mi camino, directo al traspatio para aprovechar el sol, pero cada paso que daba estaba lleno de lagartijas y, sin querer, aplasté algunas. A otras, me parece, les arranqué la cola. Les juro que fue sin querer, yo solo iba con prisa para que no se me fuera el sol o llegara la lluvia. Nada más tronaban bajo mis pies, ni chillaban ni nada, son lagartijas, pero sí vi cómo algunas abrían sus boquitas dando el último aliento, como queriéndose tragar el mundo. Pobrecitas lagartijas: nunca fue mi intención lastimarlas. Yo seguí mi largo camino entre las higueras y granadas.

 

Ya casi es tiempo de la cosecha, ya se están poniendo regordetas las frutas; una que otra breva ya está morada y a las granadas ya se les ve la forma. Yo seguí con la bandeja de ropa limpia, pesada, llena, olorosa a perfumado jabón. Seguí caminando hasta que llegué a los tendederos y ahí pasó lo peor, yo, por fumarme un cigarro, me di la vuelta un momentito, después de haber puesto la bandeja de ropa sobre el verde pasto lleno de lagartijas. Me acerqué a la magnolia para ver las flores blancas que tanto me gustan y ahí sucedió todo. Resulta que a las lagartijas, con el calor que ya hacía esa mañana, les llamó la atención la humedad y la suavidad de la seda mojada. Se fueron metiendo como una marejada de lagartijas, como lo que son, entre toda la ropa recién lavada. Se metieron sobre todo entre las mangas, eran como carreteras a la felicidad. Pobres lagartijas, ni cuenta se dieron de lo que les pasó. Yo seguía fumando mi cigarro cuando las golondrinas llegaron de repente, muy enloquecidas, más de lo usual. Luego, una parvada de gaviotas salió de la nada, supongo que perseguía a las golondrinas. Después, comenzó a llover pero no agua de verano, sino excremento de gaviotas, y yo me escondí bajo el magnolio, me quedé quietecita. A mi pobre ropa recién lavada le tocó lo peor, parece que se pusieron de acuerdo para atinarle a la ropa limpia. Después de unos minutos, se fueron dejando su marca de excremento, y yo corrí a ver el desastre con un coraje tremendo, tiré el cigarro que iba a la mitad sin mirar con detenimiento. No me di cuenta de que la bandeja iba llena de lagartijas que, ante el asombro de mi prisa, se quedaron calladitas: iban muy cómodas las condenadas. Y de golpe entré a la casa, directo a la lavadora. Sin pensarlo mucho volteé la canasta de ropa húmeda con las lagartijas que empezaron a correr por todos lados, eran muchas. Parecían chorros de luz verde, eran las lagartijas que brotaban de la canasta, con razón pesaba tanto. Cerré la puerta de la lavadora de golpe y en la locura de lagartijas apreté el botón de encendido y nada más vi como mi ropa de seda azul se ponía, primero, roja y luego color verde pistache.

Pobrecitas lagartijas, no nada más les corté las colitas. Mis sábanas y mis blusas azules de seda ahora son color violeta, en algunas partes el color es más intenso.

 

Xanath Caraza

“Las lagartijas” es parte del libro de relato Metztli de Xánath Caraza (Capítulo Siete,  Colección Cid, 2018). Metztli fue traducido al inglés por Sandra Kingery y Kaitlyn Hippie. En 2019 Metztli fue galardonado con el Segundo lugar para los International Latino Book Awards en la categoría de Mejor Colección de Cuento en español.

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